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Pilar Obregón Pérez. –
Tienen olor y no siempre ocurre.
Ayer corté una de estas naranjitas de zumo y empecé a notar unas sensaciones que había olvidado por completo: al cortar la pieza un delicioso olor a fruta alcanzaba mi pituitaria; la corteza, en lugar de asemejarse a una gruesa capa de tocino, era finísima. Tacto muy, muy firme, lleno. ¿El sabor? No las he probado, pues estaban destinadas a una persona muy cercana que me dijo lo siguiente:
“Dile a ese sitio de Valencia donde compras ahora que son las mejores naranjas que he probado en mi vida.”
Y creo hay que hacerle caso, porque más de 70 años dan para probar muchas naranjas.